lunes, 23 de abril de 2018

Una propuesta de decálogo para ser un buen papá (Parte I)


Hace unas noches mientras platicaba con Sara esperando que llegara el sueño, me sorprendió con la siguiente pregunta: "Papi, ¿vos creés que sos un buen papá?" Reconozco que inicialmente me quedé en silencio pensando en la respuesta. En el fondo yo sé que sí soy un buen papá, pero a veces cuesta auto reconocer cuando hacemos las cosas bien.

Finalmente le respondí que sí, que al menos intento ser un buen papá. Ella me abrazó y me dijo que yo soy el mejor. Obviamente, casi todas las hijas creen que su padre es el mejor, así que mientras ella se quedaba dormida al compás de las canciones de Cri-Cri y de Los Payasitos de la Tele, yo reflexionaba sobre aquellas cosas que son importantes para Sara y que a sus ojos me hacen ser un buen papá.

Al final saqué una lista, un decálogo de acciones que considero me ayudan en el día a día a ejercer una paternidad igualitaria. No es una receta detallada y uniforme, pero al menos es una guía de consejos que quizá pueda servir a otros hombres para reforzar su función de padres en la lógica de acompañar a nuestras hijas para que sean personas seguras, responsables y libres. Hoy comparto las primeras cinco pautas que me han funcionado en mi relación con Sara:

1. Mirarla siempre a los ojos cuando me habla. Cada vez que Sara se dirige a mí yo dejo a un lado el teléfono, la computadora, un libro o abandono cualquier cosa que esté haciendo para prestarle atención. Al hacerlo le envío el mensaje de que lo que me dice es muy importante, sea lo que sea. 

De hecho, esto es algo que le he enseñado, siempre le he dicho que debe ver a la gente a los ojos cuando hablamos. Alguna vez me ha tocado disculparme cuando me he despistado y no la he visto a los ojos mientras me habla, obviamente ella me lo reclama con justa razón.

2. Decirle a diario que la amo y que es lo más importante en mi vida. A veces me pregunta si la quiero por encima de todas las personas de mi mundo y yo le digo que sí, que la amo y que es más importante que mi madre, que mis hermanxs, que su madre, que la pareja que tuve o que pueda tener, que mis amigxs. Y no es un discurso vacío, realmente ella está por encima de todos y de todas. 

Por Sara estoy dispuesto a lo que sea, a renunciar y aceptar cualquier condición a cambio de verla feliz y libre. Cada vez que le digo que la amo, también le recuerdo que es una persona muy buena, que es inteligente, hermosa, solidaria, lista, valiente y que la admiro muchísimo.

3. Ver películas juntxs y tener una conversación sobre ellas. Todos los días estoy pendiente de las películas que pueden gustarle. Estoy atento a sus palabras para conocer sus gustos aunque no me los comente directamente. A veces la sorprendo con alguna película que le he bajado y me pregunta cómo supe que le podía gustar. Acaba de pasar con la película Zombie (un musical), se sorprendió cuando le dije que se la bajé, supe que le gustaba cuando una vez me dijo que quería verla cuando estuviera disponible y al parecer ya no la recordaba.

Escucharla y observarla me brinda mucha información para conocerla mejor. Ya no recuerdo cuándo fue la última vez que fui al cine a ver una película de personas adultas y de mi gusto personal, pero disfruto muchísimo yendo con ella y sus amigas a ver las películas que le gustan. Por otro lado, aunque ya no tenemos nuestros sábados de tarde de cine porque tiene otros intereses y relaciones, siempre encontramos un espacio para ver una película. Las dos últimas que vimos fueron Johnny English y Johnny English recargado (también la escuché una vez comentarle a su madre que quería verlas), comedias cuyo protagonista es el mismo actor que Mr. Bean, el cual nos fascina.

4. Escuchar su música y compartirle la mía. Una de las cosas que me gustan de Sara es que está abierta a explorar los diferentes gustos y ritmos musicales. Así como escucha a Bruno Mars, Malú, Shawn Mendes o  Karol Sevilla (Soy Luna), le gustan algunas canciones de Ricardo Arjona ("Casa de locos"), de Rubén Blades ("Ligia Elena"), de Willie Colón ("El gran varón"), de Calle 13 ("Vamo' a portarnos mal")  de Ismael Rivera ("Tengo un chivo"), de Omar Alfanno ("Paquito el rareza"), de Luis Enrique ("Lo que pasó, pasó") o de lxs cantantes de Operación Triunfo en España. Esto último gracias a que su madre la ha enganchado a ver el programa en Televisión Española. 

Por otro lado, este intercambio de gustos musicales nos ha permitido discutir sobre aquellas canciones cuyas letras son machistas. En este sentido, ella tiene muy claro que algunas letras son misóginas como las que canta Maluma.  

5. Dormirla. Acostarme con ella, platicar sobre cualquier tema antes de dormir, escuchar sus canciones de siempre (Cri-Cri y Los Payasitos de la Tele) y abrazarnos mientras duerme es el acto más hermoso del mundo. Yo realmente animo a todos los padres a que disfruten ese momento, es único, es mágico, es algo que nuestras hijas jamás olvidarán y que valorarán por siempre. Para mí es un momento esencial para conocerla mejor, para saber de sus cosas, de su día a día, de sus temores y de sus sueños. La infancia es una época fugaz, hay que aprovecharla al máximo, como una naranja que hay que exprimir totalmente para disfrutar su jugo. 

Es posible que en un abrir y cerrar de ojos nuestras hijas ya no sean unas niñas y no quieran más nuestras canciones, pláticas y lecturas antes de dormir. Por eso es que yo disfruto intensamente cada vez que Sara se tiene que ir a la cama y motivo a que como padres aprovechemos todas las ocasiones en que se presente la oportunidad para vivir este momento fascinante. 

Continuará...

miércoles, 4 de abril de 2018

Retomando el camino en medio de la crisis


Hace mucho no escribía en el blog. La razón es evidente para cualquiera que le tiene amor a este país tan hermoso y tan trágico que es Honduras: la crisis derivada del fraude electoral y la reelección ilegal de Juan Orlando Hernández, quien terminó imponiéndose con la fuerza de las armas militares y policiales, y la complicidad de Estados Unidos y la Unión Europea.

Estoy seguro que muchas madres y padres se vieron en la complicada situación de intentar explicarle a sus hijas e hijos lo que estaba ocurriendo. Yo confieso que intenté meter a Sara en una burbuja para que no viera ni sintiera la tensión, el miedo y la rabia que  estábamos viviendo y sintiendo quienes creemos en la democracia.

En parte lo logré, particularmente cuando ocurrieron algunos hechos que implicaron un riesgo directo para mi seguridad y la del resto de mi familia. Yolanda y yo hicimos malabares para que Sara no supiera lo que estaba pasando con respecto a nuestra situación particular, aunque ella desde hace mucho está clara sobre la crisis que se venía debido a las ilegales intenciones reeleccionistas del "hombre".

De hecho, me comentó una maestra de su escuela que en una ocasión tuvo que mediar entre ella y un compañerito afin a Hernández por los vínculos políticos de su familia, ya que en una discusión Sara le planteó una serie de argumentos sólidos y objetivos en contra del presidente impuesto que eran muy difíciles de rebatir.

Reconozco que con todo lo que está pasando en el país tengo una serie de sentimientos encontrados con respecto a mi hija. Indudablemente me siento muy orgulloso de ella pues es suficientemente inteligente y sensible para darse cuenta y tener muy claro que Juan Orlando Hernández no es un presidente democrático, ya que se impuso por la fuerza. 

Al mismo tiempo me siento confundido porque desearía que tuviera una niñez sin más preocupación que estudiar y divertirse, sin embargo, es una niña consciente de lo que está pasando con el gobierno autoritario de Hernández y con el gobierno corrupto y antiderechos del Partido Popular que lidera Mariano Rajoy en España.

Y a veces me siento arrepentido porque en 2009 tomamos la decisión de dejar todo en España por regresar a Honduras en nombre de la patria que acababa de sufrir un golpe de Estado y sentimos el llamado de venir a aportar nuestro granito de arena en la construcción de un país democrático. 

Aunque Sara ha tenido una niñez feliz porque ha podido vivir con un pie aquí y un pie allá, cada vez que la veo me pregunto si tenemos derecho a privarla de que crezca en su otro ambiente y en su otra sociedad con condiciones incomparables con las de aquí, a pesar de la crisis que sobrevuelva por Europa.

Hace un par de semanas me dijo que al terminar sexto grado quiere regresar a España e invertir la situación, es decir, hacer su vida allá y vacacionar aquí. En el fondo es lo que deseo porque al menos allá podrá vivir su vida con más libertad y menos temor de sufrir la violencia que enfrentan las mujeres en Honduras, sobre todo porque es una niña que está siendo educada desde el feminismo y, en consecuencia, el patriarcado la atacará sin contemplaciones.

Yo quiero seguir a su lado como hasta ahora, sé que estos primeros años y los que vienen de preadolescencia y adolescencia son cruciales, así que su comentario de estar aquí dos años más me hizo volver a pensar seriamente en mi propio futuro inmediato: o verla crecer desde lejos, lo cual no quiero ni creo estar dispuesto, o dejar todo y seguirla a donde vaya.