lunes, 10 de julio de 2017

Cinco anécdotas que me llenan de orgullo y ternura



A lo largo de estos años he vivido momentos inolvidables que me indican que estamos en el camino correcto con la educación de Sara, pues reflejan su crecimiento humano, su desarrollo de una visión crítica, su sentido del humor y su claridad sobre su lugar en este mundo.

Hay cinco pequeñas anécdotas que me provocan una sonrisa y una sensación de orgullo y ternura cada vez que las recuerdo.

La primera. Cuando Sara tenía 4 años y estaba en el kinder, su maestra estaba contándoles la historia de Lempira y la forma cómo fue asesinado por los españoles. Al escucharla, inmediatamente Sara levantó la mano y le dijo a su profesora que habían sido otros españoles los que le habían dado muerte al líder indígena, pues ella y su familia materna no tenían nada que ver con ello.

Imagino que alguna vez habrá escuchado a su abuelo materno comentarme que ningún gallego había venido a "conquistar" a América, pues Galicia también había sido obligada a unirse con los reinos de toda España mediante el matrimonio de los llamados "Reyes Católicos". Y por tanto, quienes llegaron a América eran españoles procedentes de Castilla, Extremadura y Andalucía, pero no de Galicia, Asturias, Navarra y País Vasco.

La segunda. Fuimos por ella a la escuela y se vino con nosotrxs una amiguita para jugar en casa. Durante el trayecto, su amiguita le preguntó si se iba a casar. Mi hija le respondió que no, así que su amiguita le dijo que entonces nunca tendría hijxs. Sara le respondió con firmeza: "No necesito a un hombre para tener hijxs, si es que decido tenerlxs cuando sea mayor".

Aclaro que su respuesta no tiene nada que ver con una visión en contra de los hombres, simplemente refleja su claridad de que tomará libremente una decisión cuando sea mayor sin que la condicione la presión social hacia las mujeres para ser madres. Además, también tiene claro que la diversidad humana va más allá de la heteronormatividad.

La tercera. Sara es una niña que como buena gallega come de todo y muy bien. Sin embargo, un día no se estaba comiendo su ensalada, así que su madre le pidió que por favor se la comiera porque es buena para su salud y su cuerpo. Sara le respondió que no quería, así que su madre insistió. Después de un intercambio de "come la ensalada" y "no quiero mami", Sara terminó la conversación diciéndole a su madre: "Mamá, es mi cuerpo".

Su respuesta nos dejó sin palabras porque en el fondo ella tiene razón, "es su cuerpo" y le hemos enseñado que nadie tiene el derecho a incidir sobre él, solo ella. De hecho, yo le he enseñado que "no es no", incluso cuando le hago cosquillas y ella me dice que pare, dejo de hacerlo inmediatamente sin insistir para que comprenda que un "no" no es un "sí camuflajeado" o un "no pensando en un sí", como dice una canción de Ricardo Arjona.

La cuarta. Hace un par de años fuimos a San Salvador para participar en el aniversario de los mártires de la UCA. Por el día visitamos el lugar donde vivió Monseñor Romero y disfrutamos escuchando las historias que sobre él nos contaba la persona encargada. Al salir del lugar, Sara se me acercó y me dijo preocupada y con lágrimas en sus ojos: "Papi, si a Monseñor lo mataron por luchar por la justicia, ¿a vos también te van a matar?"

Su pregunta me hizo ver que ella comprende perfectamente lo que hago en mi trabajo de promoción y defensa de derechos humanos, y las implicaciones que tiene. Tuve que contener mis lágrimas para calmarla e intentar convencerla de que yo me moriría de viejito aunque en el fondo sé, por experiencias pasadas y la situación actual, que quienes apostamos por una sociedad más justa y compartida, estamos en permanente riesgo.

La quinta. En todo momento aprovecho para decirle a Sara que la amo. Ella siempre me responde que también me ama, así que yo le replico que yo la amo más. Ella me pregunta por qué creo que la amo más de lo que ella me ama y yo le respondo que soy más grande, y en consecuencia, mi cuerpo tiene más espacio para guardar amor. Sin embargo, su respuesta me deja sin argumentos pues me dice: "Yo te amo más porque al ser más pequeña conozco menos gente y por tanto, comparto menos mi amor y vos recibís más".

Mi hija de 8 años me enseñó algo que yo nunca comprendí hasta hace muy poco, que es mentira que nunca hay suficiente amor para todo el mundo y que darle amor a una persona no significa quitarle amor a otra. 

Las consecuencias de pensar con la lógica de una "economía de la escasez", nos lleva a volvernos personas posesivas y a ver el mundo desde una perspectiva limitada según la cual el amor que entregamos y recibimos sale de un fondo común que nunca es suficiente y, por lo tanto, tenemos que luchar para conseguirlo y mantenerlo, a menudo en una lucha a muerte con otras personas*.

Me alegra ver que Sara va creciendo con la libertad de darse cuenta que, como lo dice Dossie Easton y Janet H. Hardy, hay suficiente amor, compromiso, apoyo y cuidados para todas las personas porque no hay una cantidad limitada de amor, porque a pesar de todo el mundo ofrece amor de sobra.

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* Recomiendo ampliamente el libro "Ética promiscua" de Dossie Easton y Janet W. Hardy. Hay una versión digital (no oficial) que puede ser descargada aquí: http://www.amorlibre.org/files/etica_promiscua_-_dossie_easton-372.pdf

3 comentarios:

  1. Que inventos más fuera de la realidad de la concepción del pensamiento y el alma de un inocente. Pienso que eso jamás pasó.

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    1. Bueno, es su opinión "anónima" pero las únicas personas que saben lo que pasó o no somos quienes estuvimos ahí y también quienes nos conocen. Así que guste o no guste, soy privilegiado de poder vivir y contar anécdotas como esas, si alguien lo cree o no, realmente para mí no es importante pues el objetivo de mi blog es mostrar que hay otras formas posibles de ejercer la paternidad aunque incomode. Saludos cordiales.

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  2. Gracias por compartir tú experiencia con todxs nosotrxs Joaquín.

    Es necesario visibilizar otras formas de establecernos en el mundo porque claramente, la forma actual de hacerlo, NO está produciendo buenos resultados: sociedades enfermas -de la cabeza, corazón y cuerpos-, insensibles ante el dolor ajeno, indiferentes ante la catástrofe ambiental, y ni qué hablar de la doble moral en la que estamos inmersos.

    Abrir la puerta a otras maternidades, paternidades, formas de andar y relacionarnos con los demás, quizá sirva para forjar un camino que permita heredar un mejor lugar a las generaciones que continúan...

    Dice mi padre que si uno logra «inquietar» las opiniones en todos bandos, significa que estás haciendo las cosas muy bien... y yo también lo creo, así que adelante, muchxs esperamos tus actualizaciones, no sólo para leerte, sino, para aprender e intentar replicar la experiencia cuando nos llegue la fantástica aventura de ser padres y madres...

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