Cada vez que voy a escribir una nueva entrada en el blog, le pregunto a Sara si está de acuerdo con el tema o con los detalles que puedo dar. A veces está de acuerdo y otras me dice que no escriba sobre determinadas cosas. Una vez que lo publico, se lo leo antes de dormir. Sus reacciones son variadas, a veces se ríe mucho, otras me mira con una ternura que me derrite y otras veces llora como cuando leyó en una de las entradas que por estar cerca de ella yo había renunciado a una oportunidad laboral en México.
También lloró cuando leímos juntxs la primera parte de este decálogo y me preguntó sobre el primer punto en donde expreso que ella es lo más importante en mi vida, y que está por encima de todo y de todxs. Le reafirmé que sí, que la amo por encima de cualquier persona, trabajo o lo que sea en este mundo. Me miró con una hermosa sonrisa en su rostro, me abrazó fuertemente y me dijo "te amo papi". Luego se durmió abrazada a mí.
Como lo señalé en la entrada anterior, mi objetivo con este decálogo es compartir una guía de consejos que puedan ayudar a otros hombres a ejercer una paternidad igualitaria. Los primeros cinco consejos se refieren a mirar a nuestrxs hijxs cuando nos hablan, decirles a diario que les amamos, ver películas juntxs, escuchar su música y compartirles la nuestra, y dormirles por la noche. Hoy comparto los últimos cinco consejos del decálogo que propongo y que me han servido mucho:
6. Regalarle libros. Desde que era muy pequeña siempre tuvimos la certeza que, además de juguetes, debíamos regalarle libros a Sara, sobre todo aquellos con temáticas que fomentan valores como la libertad, la solidaridad, la igualdad y la valentía. Una gran ventaja es que tanto en casa de su madre como en la mía siempre hay libros por doquier, cuando vivíamos las tres en la misma casa había libros en todas partes, por tanto, Sara ha crecido en un ambiente donde los libros son una parte esencial y ahora para ella también lo son en su día a día. Por eso es una gran lectora y los beneficios de la lectura se notan en su nivel de madurez, en sus conversaciones, en su curiosidad intelectual, en su léxico y en su forma de actuar.
Recuerdo perfectamente un día que, siendo muy pequeña, su madre llevaba una camiseta del "Notinada" y ella nos preguntó si eso es lo que decía. No le dimos importancia creyendo que había sido una coincidencia, pero ese mismo año ella y yo estábamos esperando la hora para abordar un autobus de Vigo a Panxon, en la estación había una venta de libros en donde compré uno para mí. Sara escogió uno y me pidió que se lo comprara. Regresamos a Panxon y por la tarde me sorprendió verla sentada en el suelo y escuchar que estaba leyendo su libro, con cierta dificultad, pero leyéndolo. Vivir en un ambiente con libros y haber ido al kinder de su tía Dania a los 2 años, hizo que surgiera esa magia maravillosa que tienen los libros.
7. Darle importancia a sus actividades. Muchas veces el trabajo, los compromisos personales o el cansancio evitan que no acompañemos a nuestrxs hijxs a sus actividades. Sin embargo, debemos hacer todo el esfuerzo posible para estar con ellas. Sara juega al fútbol y gracias a las facilidades de horario que tengo en mi trabajo, puedo ir a verla jugar a la mayoría de sus partidos. Algo que puede parecer tan pequeño como un partido de fútbol, puede ser muy importante para ellxs.
Cuando voy con ella puedo verla contenta, segura, realizada y sé que se siente acompañada. Pero también se ve orgullosa porque lo "normal" es que la mayoría de personas que acompañan a sus hijxs son madres, los padres somos pocos, y yo me siento feliz de hacerle saber con mi presencia que cada cosa que hace es sumamente importante para mí.
8. Dialogar por encima de los regaños y castigos. Algo que me prometí a mí mismo es que jamás le gritaré a mi hija, mucho menos castigarla con golpes. Su cuerpo es sagrado y el eslogan "Mi cuerpo es mío" incluye no ejercer ningún tipo de violencia sobre él. No niego que a veces me enojo mucho, pero hago el intento de hablar con firmeza pero sin gritos ni insultos. Su madre y yo siempre le damos la oportunidad de que dé sus explicaciones y le advertimos que debe intentar ser honesta. Cuando pasa algo que no nos parece, después de hablarlo Sara admite su error y pide perdón. A veces vuelve a cometer el mismo error y le hacemos ver que no vale estar pidiendo perdón y continuar haciendo lo mismo.
Pero esta lógica es en doble vía porque yo también le pido perdón cuando me equivoco. Es importante que ella sepa que ante un error tenemos la oportunidad de reconocerlo y disculparnos. Aunque yo sea su padre y ejerzo cierta autoridad sobre ella, no significa que no deba admitir mis equivocaciones y pedirle que me perdone. Puedo decir con orgullo que jamás hemos necesitado de los gritos y los golpes para que Sara sea una niña ejemplar. De esta manera aprende que los conflictos deben resolverse dialogando y jamás con la violencia. Reconozco que Sara y yo somos iguales en cuanto a "argumentar" cuando discutimos y en muchas ocasiones su madre tiene que jugar el papel de mediadora 😅.
9. Confiar en ella con respecto a sus responsabilidades. Por ejemplo, una vez le dijimos que solo podía usar su tablet cierta cantidad de tiempo, no la vigilamos para ver si cumplía, le dimos la confianza para que administrara su tiempo, pero no lo hizo, así que hablamos con ella, le hicimos ver que lo más importante es que habíamos confiado en ella y que la confianza es algo que jamás debemos perder. Por eso le explicamos que la consecuencia era que no podría usar la tablet durante una semana. Ella lo comprendió y asumió dicha consecuencia.
Sara es una niña como cualquier otra, pero sin duda alguna es una persona ejemplar, responsable y buena. Esta semana, por ejemplo, ha estado en exámenes y sabe que tiene la libertad para administrar su tiempo. Debido a que su madre tuvo que viajar un par de días, la mayor parte del tiempo lo pasó conmigo, así que ella estudió sola cada día, solo me informaba que había terminado de estudiar y que estaba lista para el examen. Yo confié plenamente en ella y ni siquiera le propuse revisar si se sabía las materias. Aunque siempre le hemos dicho que una nota no determina la inteligencia de una persona, sus calificaciones siempre oscilan entre 95 y 100 ( 9 y 10).
Sara es una niña como cualquier otra, pero sin duda alguna es una persona ejemplar, responsable y buena. Esta semana, por ejemplo, ha estado en exámenes y sabe que tiene la libertad para administrar su tiempo. Debido a que su madre tuvo que viajar un par de días, la mayor parte del tiempo lo pasó conmigo, así que ella estudió sola cada día, solo me informaba que había terminado de estudiar y que estaba lista para el examen. Yo confié plenamente en ella y ni siquiera le propuse revisar si se sabía las materias. Aunque siempre le hemos dicho que una nota no determina la inteligencia de una persona, sus calificaciones siempre oscilan entre 95 y 100 ( 9 y 10).
10. Responder a todas sus preguntas. Jamás decirle que se calle o que tal cosa no se pregunta. Hay herramientas que son valiosas para temas que a algunas personas les pueden parecer complicados, como hablar de sexo. Con Sara hemos hablado de ese tema abiertamente y en mi caso particular he respondido a todo lo que me ha preguntado sin ocultarle nada. Una herramienta que me ayudó en las primeras pláticas sobre sexo es "El sexo contado a los pequeños", el cual se puede descargar libremente en "Intercambios Virtuales" gracias a la generosidad de mi querido amigo Jairo Alberto Mejía Rodríguez.
En temas de diversidad, hay una colección de 26 "Cuentos para la diversidad", la cual tiene algunos títulos como "Dos padres", "Nicolás tiene dos mamás", "Una familia diferente", "Una familia muy especial", entre otros. Están clasificados por edades y realmente son muy buenos para ayudarnos a mostrar a nuestrxs hijxs la diversidad como una fuente de riqueza y a explicarles algunos temas que la sociedad patriarcal se ha encargado de convertirlos en tabú.
Espero que este decálogo aporte un granito de arena para aquellos y aquellas que han decidido educar a sus niñas y niños en igualdad. Viendo a Sara, les garantizo que crecen más felices y abiertxs al mundo que es tan diverso como los colores.