Estocolmo, 12 de noviembre de 2017.
Hola Sara, desde hace días quiero platicar con vos sobre algo que seguramente vas a descubrir muy pronto y con toda su crudeza cuando te hagás mayor. Por la distancia decidí escribirte esta breve carta como una introducción a nuestra plática personal sobre un tema cuya gravedad no había asumido en su justa dimensión.
Cuando leí sobre las denuncias de varias mujeres que habían sufrido acoso y otras agresiones muy graves por parte de un productor de cine en Hollywood, llamado Harvey Weinstein, no dudé que no se trataba de un caso aislado, tal como lo evidenciaron las posteriores denuncias de muchas mujeres contra otros hombres en ese medio o en España y demás países.
Sin embargo, algo dentro de mí eludía aceptar que es una realidad que sufren muchísimas, si no todas las mujeres en el mundo, particularmente las que están cerca, las que son mis familiares, mis amigas, mis compañeras, mis colegas, mis conocidas.
Seguramente el machito que se niega a morir dentro de mí me disuadía a pensar que si bien es una situación extendida, no podía pasar en los espacios comunes en los que estoy involucrado. Incluso, la soberbia de considerarme un hombre que ha avanzado en encontrar otras formas igualitarias de relacionarme con las mujeres, me hizo autoexcluirme de esa violencia que es el machismo.
Pero luego llegaron las pláticas con compañeras y amigas, y las denuncias valientes de algunas de ellas sobre las agresiones que han sufrido y que sufren. Te juro Sara que cuando sentí la cercanía de las denuncias pensé inmediatamente en dos cosas.
En primer lugar, pensé en vos y en tu futuro como mujer, en lo que tendrás que enfrentar porque la gravedad de esta violencia tristemente no se acabará mañana. Me duele y me da vergüenza darme cuenta que miles de mujeres son asesinadas en tus dos mundos, América Latina y Europa, y que millones son víctimas de violencia machista como violencia sexual, violencia física y acoso sexual.
En segundo lugar, pensé en mí y fue como verme en un espejo porque automáticamente repasé algunas etapas de mi vida que pude recordar, y me dio miedo y asco al reconocer que en algunos momentos yo he sido y soy un machista, que he sido un acosador, que me he aprovechado de mi masculinidad patriarcal y que me he callado frente a las injusticias de género o frente a lo que Irantzu Varela llama "una guerra contra las mujeres".
No me justifico mi amor, pero debés saber que uno de los mayores triunfos del machismo y del patriarcado es habernos hecho normalizar los privilegios y el poder que tenemos los hombres sobre las mujeres, el considerar que ustedes son un objeto y son nuestra posesión, y que por eso podemos desde compartir impunemente fotos y videos privados de amigas, compañeras y conocidas, hasta agredir sus cuerpos.
Todo lo anterior me ha calado muy fuerte estos días y por eso quiero pedirte perdón y a través de vos a todas las mujeres a las que he tratado desde la concepción patriarcal de las relaciones. Pero mi amor, para tu tranquilidad mi machismo no ha llegado a los extremos más terribles y sé que no es suficiente con pedir perdón.
Por eso desde hace años inicié mi propio proceso de deconstrucción y construcción, y vos que sos mi hija sabés muy bien que como padre he intentado ser un ejemplo de paternidad igualitaria; también otras mujeres y hombres que están cerca de mí son testigos que pese a mis errores y mis retrocesos, intento avanzar hacia relaciones de igualdad y de dignidad.
También sé que todavía no es suficiente y por eso, mi amor, te prometo que, en general, voy a seguir con mi proceso personal para convertirme algún día en un hombre igualitario del que te sintás orgullosa. Mientras tanto, en concreto te prometo hacer y continuar haciendo algunas pequeñas cosas para aportar a esta lucha por la igualdad.
Este es mi decálogo de pequeñas promesas para vos:
1. Prometo cuidar mi tono de voz al hablar y al discutir, y no quedarme callado ante comentarios, bromas o chistes machistas y homofóbicos.
2. Prometo no compartir nunca fotos y videos privados de mujeres, o fotos en los que se ridiculiza a un hombre vistiéndolo de mujer, como si lo femenino fuera un insulto, y continuar reclamando cuando alguien cercano lo haga.
3. Prometo concientizar a mis amigos y compañeros sobre la importancia de las relaciones igualitarias.
4. Prometo estudiar mucho más sobre feminismo, igualdad, derechos de las mujeres y las niñas, y nuevas masculinidades, y compartirte todo lo que pueda para que vos te convirtás en una mujer feminista.
5. Prometo comprarte todos los libros y materiales que pueda y que te ayuden a empoderarte y a visibilizar la importancia de las mujeres en las ciencias, el arte, la política y en la historia de la humanidad en general.
6. Prometo intentar ser un buen compañero de tu mami en este viaje complejo y hermoso de maternidades y paternidades.
7. Prometo acompañarte en el día a día, apoyarte en tus sueños y en tu libertad, y en tus decisiones.
8. Prometo ponerme a tu lado en tus luchas, que estoy seguro serán bastantes porque vos sos una niña libre, valiente, autónoma, inteligente y lo serás mucho más cuando seás mujer, y eso no lo soporta el patriarcado.
9. Prometo seguir siendo tu compañero en esta aventura que es la vida, haciéndote reir, bailar, soñar, volar y luchar con alegría aún en medio de las tristezas.
10. Prometo dar todos los pasos necesarios, por muy pequeños que sean, para contribuir a que algún día se termine esta "guerra contra las mujeres".
Vos sos mi mayor motivación, mi vida, y por vos estoy convencido que debo aportar mi granito de arena para que este mundo sea menos patriarcal y más feminista.
Te amo, mi amor.
Tu papi.
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