martes, 12 de marzo de 2019

Un 8M con sabor a dudas, culpas y orgullo

 Cartel del Día Internacional de la mujer en Galicia // Galegas8M

El viernes por la mañana, como siempre sucede cuando Sara se queda conmigo, la desperté con un beso y un "te amo" para ir a la escuela. Pero esta vez, antes de hacerlo me quedé un par de minutos observándola dormir y pensando en la decisión que su madre y yo tomamos hace casi 10 años: regresar a Honduras en medio de un golpe de Estado, renunciar temporalmente a la seguridad de España y traer a este país convulsionado a nuestra niña de 1 año.

Aunque inicialmente decidimos venir solo por 4 años, las circunstancias de la vida nos han mantenido aquí por más del doble de ese tiempo, durante el cual han pasado tantas cosas, buenas y malas, que de alguna manera han cambiado nuestros rumbos y han servido para que Sara sea la niña independiente, consciente, sensible, solidaria y fuerte que es. Sin embargo, cada vez siento que aumenta el riesgo de seguir creciendo en una sociedad que señala y condena a las mujeres que deciden ser libres, y me siento culpable.

En ese sentido, reconozco que cuando la contemplaba mientras dormía me volví a cuestionar por qué decidimos traerla a este país en donde las mujeres son víctimas de todo tipo de violencias, desde los piropos supuestamente inofensivos que realmente constituyen acoso callejero y que les arrebatan la posibilidad de caminar libres y sin miedo por las vías públicas, hasta los ataques sexuales y los femicidios que son un mal endémico debido a la impunidad y a la falta de voluntad política para adoptar medidas estructurales que cambien estos patrones.

Este cuestionamiento me asalta cada vez con más frecuencia, especialmente cuando las estadísticas me gritan que en Honduras nos encontramos ante una emergencia nacional que solo este año le ha arrebatado la vida de forma violenta a 33 niñas y mujeres. Aunque en España las cosas tampoco pintan nada bien (18 mujeres asesinadas hasta la fecha), al menos se ha producido un movimiento que está haciendo tambalear las estructuras que sostienen el patriarcado, incluyendo un sistema de justicia aparentemente neutral, pero que juzga desde el prisma de la masculinidad tradicional.

Ese viernes se conmemoraba el día internacional de la mujer y fue una razón suficiente para que mis cuestionamientos volvieran a aflorar, ya que pude comparar los avances en materia de igualdad que hay en España en relación con Honduras, a pesar de los retrocesos que representan Vox, el Partido Popular y Ciudadanos, los cuales se están estrellando contra el inmenso muro que poco a poco ha ido construyendo y consolidando el movimiento feminista que, por segundo año consecutivo, lo muestra en todo su esplendor en las calles de cada ciudad española.

En Honduras, aunque el movimiento feminista no alcanza aún una dimensión multitudinaria, nuestras compañeras siguen demostrando un valor y una fuerza inclaudicable por enviar su mensaje liberador y de denuncia en un contexto de violaciones sistemáticas a los derechos humanos de las mujeres. Obviamente, como padre prefiero que mi hija viva su adolescencia y juventud en una sociedad como la española antes que la hondureña, y aunque a veces me siento culpable de habernos mudado aquí con lo que ello significa para su seguridad y su libertad, para Sara conocer de primera mano esta realidad está siendo fundamental en la formación de su carácter.

En medio de mis dudas y sentimientos de culpa, la desperté, la abracé y le recordé que era el día internacional de la mujer y las razones por las cuales se conmemora. Le di suficiente dinero para que invitara a sus compañeras a un topogigio (una especie de leche congelada con coco, chocolate o frutas) y les explicara la importancia de un día como ese para los derechos de las mujeres, y de todo lo que falta para alcanzar la igualdad real entre mujeres y hombres. Por la tarde me contó que una de sus compañeritas, Iza, se convirtió en la vocera oficial de la invitación y en voz alta frente a todo mundo les decía a sus compañeras que había topogigios para todas porque era el día internacional de la mujer y lo que implicaba.

Cuando la llevé a la escuela por la mañana, la observé mientras entraba y sentí un orgullo enorme de ser papá de una niña que sin duda alguna se está convirtiendo en una enemiga del patriarcado y que poco a poco está comprendiendo la importancia de la sororidad, de formarse y de cuestionar los modelos y patrones que promuven y naturalizan la desigualdad y la violencia contra las mujeres. Y también me sentí orgulloso de que ella tenga la plena seguridad de que puede contar conmigo de forma incondicional y que soy su primer aliado hombre en esta lucha por la igualdad. 

Debo decirlo, a pesar de mis incoherencias me enorgullezco de mi mismo porque sé que estoy en el camino correcto en mi papel de hombre y padre de acompañar a Sara en este largo y espinoso proceso de liberación. Entre más libre es ella, más libre soy yo y por eso cada día me convenzo más de que el feminismo no solo la libera a ella, también me libera a mí, aunque no sea nada fácil cuando se trata de renunciar a mis privilegios.

4 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena, amigo! Tus dudas son razonables, por supuesto, pero si acaso necesitas un pequeño consuelo, piensa que vosotros a su vez podéis ser motor de cambio allí, en Honduras; ser parte activa, participativa y real que modele la sociedad del futuro con la que sueñas para tu hija. Con vuestra actitud y vuestro compromiso, estáis modelando la historia de aquel país, llevándola pasito a pasito hacia lo que queremos que sea el nuevo mundo del s. XXI, que es, en definitiva, un mundo más libre, equitativo y justo para todas y todos. Así que, ¡ánimo! Lo estás haciendo bien. ;)

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    1. Muchísimas gracias compañero por los ánimos que me echás. De cualquier manera, la vida es de ciclos y es necesario aceptar cuando un ciclo está por concluir; creo que en mi caso eso es lo que está pasando, sobre todo con la creciente necesidad de ver crecer a mi hija en un entorno un poco más seguro. Lo que sí es cierto es que hemos aportado mucho aquí y seguiremos aportando estemos donde estemos. Un abrazo gigante y gracias nuevamente.

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  2. Muy buen artículo sí señor. Viendo la realidad que cuentas sobre Honduras, parece que en España hallamos hecho mucho recorrido. Aunque aquí también tenemos que seguir progresando para tener una sociedad igualitaria.
    La educación es fundamental y tú nos estás enseñando que un buen padre con una mente abierta es fundamental. Creo que ese es el camino.
    Gracias por mostralo.

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    1. Gracias Óscar, definitivamente en España se ha avanzado mucho a pesar de todo. Ahora queda avanzar aquí lo que se ha avanzado allá y no permitir que lo avanzado en España tenga retrocesos. Los hombres tenemos un papel fundamental en ello, aunque en mi opinión solo detrás o a la par de las mujeres. Un abrazo.

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