Hace dos semanas Sara se fue a España a pasar con la familia sus vacaciones de verano como cada año desde que regresamos a Honduras. Me siento orgulloso porque es toda una campeona, cumplió un año más de viaje sola hasta Vigo. En otras ocasiones los sentimientos encontrados al irse -tristeza y alegría- los refleja a flor de piel y las despedidas en el aeropuerto, como todas, tienen esa mezcla de sentimientos.
Sin embargo, esta vez ha sido diferente por dos razones. La primera, porque al hacer fila para realizar el chequeo de pasaporte y boleto de avión, y coordinar lo del programa de viaje de menor no acompañada, Yolanda ayudó a una señora que enviaba solo a su nieto por primera vez. Aprovechó para presentar a Sara con el niño y le dijo que no había nada de qué preocuparse, que Sara ya era toda una experta viajando sola desde los 5 años y medio.
Obviamente Sara se sintió muy orgullosa porque supongo pensó que podría mostrarle al niño todo lo que implicaba hacer un viaje tan largo sin la compañía de una persona adulta que fuera familiar o amiga. Así que cuando nos despedimos para dejarla que se fuera con la azafata, lo hizo de forma rápida, nos abrazó, besó, nos dijo te amo y se marchó con más alegría que tristeza.
Nos quedamos esperando a que subiera la escalera que la llevaría al punto de seguridad y nos lanzara una mirada, pero no sucedió así, ni siquiera nos volvió a ver porque iba ocupada platicando con el niño. Decidimos seguir esperando para que nos saludara desde los ventanales después de pasar por seguridad y nuevamente nos quedamos con las ganas, pues solo la vimos pasar totalmente inmersa en una plática con su nuevo amigo. Suponemos que se sentía orgullosa de ir contándole al niño cómo era la aventura de viajar sola.
Aunque me alegra mucho que su independencia se vea reflejada en momentos como este, sin duda alguna, cualquier persona se hubiera reído de Yolanda y de mí si se hubiera dado cuenta que nos quedamos más tiempo en el aeropuerto para esperar infructuosamente que nuestra hija de 9 años nos diera a lo lejos un último adiós, un beso lanzado o una simple mirada.
La segunda razón por la que este viaje ha sido distinto es que el volver a casa fue una experiencia extraña para mí, ya que tuve sensaciones que no vivía desde hace mucho, el espacio compartido con ella se me hizo inmenso y no he dejado de extrañarla, de sentir un vacío en el pecho que hasta ahora permanece intacto.
Sin embargo, esta vez ha sido diferente por dos razones. La primera, porque al hacer fila para realizar el chequeo de pasaporte y boleto de avión, y coordinar lo del programa de viaje de menor no acompañada, Yolanda ayudó a una señora que enviaba solo a su nieto por primera vez. Aprovechó para presentar a Sara con el niño y le dijo que no había nada de qué preocuparse, que Sara ya era toda una experta viajando sola desde los 5 años y medio.
Obviamente Sara se sintió muy orgullosa porque supongo pensó que podría mostrarle al niño todo lo que implicaba hacer un viaje tan largo sin la compañía de una persona adulta que fuera familiar o amiga. Así que cuando nos despedimos para dejarla que se fuera con la azafata, lo hizo de forma rápida, nos abrazó, besó, nos dijo te amo y se marchó con más alegría que tristeza.
Nos quedamos esperando a que subiera la escalera que la llevaría al punto de seguridad y nos lanzara una mirada, pero no sucedió así, ni siquiera nos volvió a ver porque iba ocupada platicando con el niño. Decidimos seguir esperando para que nos saludara desde los ventanales después de pasar por seguridad y nuevamente nos quedamos con las ganas, pues solo la vimos pasar totalmente inmersa en una plática con su nuevo amigo. Suponemos que se sentía orgullosa de ir contándole al niño cómo era la aventura de viajar sola.
Aunque me alegra mucho que su independencia se vea reflejada en momentos como este, sin duda alguna, cualquier persona se hubiera reído de Yolanda y de mí si se hubiera dado cuenta que nos quedamos más tiempo en el aeropuerto para esperar infructuosamente que nuestra hija de 9 años nos diera a lo lejos un último adiós, un beso lanzado o una simple mirada.
La segunda razón por la que este viaje ha sido distinto es que el volver a casa fue una experiencia extraña para mí, ya que tuve sensaciones que no vivía desde hace mucho, el espacio compartido con ella se me hizo inmenso y no he dejado de extrañarla, de sentir un vacío en el pecho que hasta ahora permanece intacto.
En otra entrada comentaba que siempre aprovecho su viaje para disfrutarme a mí mismo y que ante la pregunta de si la extraño, generalmente contesto que no*. Sin embargo, si alguien me preguntara esta vez si la extraño, no podría evitar responder que sí, que me hace mucha falta y que cuento los días por verla nuevamente y estar cerca de ella.
No sé si es algún tipo de "virus" que nos ha contagiado a ambxs porque generalmente ella se la pasa genial y prácticamente no pregunta por su madre ni por mí cuando está en España. No obstante, esta vez también ha sido diferente para ella porque nos hemos comunicado más que la suma de todas las veces de los años anteriores que se ha ido.
Incluso, el pasado miércoles platiqué un buen rato con Sara y me dijo entre sollozos que me extrañaba, lo cual me rompió el corazón y le insistí que extrañar no es malo siempre y cuando no sea un obstáculo para disfrutar. Cuando se lo conté a Yolanda, se me volvió a romper el corazón porque me dijo que por supuesto que me había extrañado, pero porque estaba sin sus primos y primas en ese momento 😂😂😂. Este fin de semana que fue de campamento parece que dejó de extrañarme 😂😂😂.
No sé si es algún tipo de "virus" que nos ha contagiado a ambxs porque generalmente ella se la pasa genial y prácticamente no pregunta por su madre ni por mí cuando está en España. No obstante, esta vez también ha sido diferente para ella porque nos hemos comunicado más que la suma de todas las veces de los años anteriores que se ha ido.
Incluso, el pasado miércoles platiqué un buen rato con Sara y me dijo entre sollozos que me extrañaba, lo cual me rompió el corazón y le insistí que extrañar no es malo siempre y cuando no sea un obstáculo para disfrutar. Cuando se lo conté a Yolanda, se me volvió a romper el corazón porque me dijo que por supuesto que me había extrañado, pero porque estaba sin sus primos y primas en ese momento 😂😂😂. Este fin de semana que fue de campamento parece que dejó de extrañarme 😂😂😂.
Recuerdo que las semanas previas a su viaje le decía que yo era el más interesado en que se fuera porque eso significaba que durante casi tres meses no tendría que levantarme a las 5:30am para prepararme antes de despertarla para ir a la escuela ni preocuparme por sus actividades extraescolares ni por la compra de su merienda ni por llevarle almuerzo ni por traerla del fútbol o del ballet ni por ser su chofer. Pero esta vez, sin ella, hasta siento que extraño toda esa rutina.
*http://papa-y-nena-en-tiempos-de-patriarcado.blogspot.com/2017/08/no-la-extrano-si-la-extrano.html
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Hermano me alegra tanto tus escritos sobre tu hija y el tema que siempre veo que deseas hacer eco por la importancia que este tiene, en esta sociedad de mujer martirizada a todos los niveles.
ResponderEliminarAdmiro esa devoción por hacer vida y hacerla en abundancia por que la compartes con los demás, Saludos a Yolanda y la Gran Sara.
Muchas gracias querido Marvin por tomar un poco de tu tiempo y leer, además de comentar. Te mando un abrazo muy fuerte con todo mi cariño.
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